El cerebro es un órgano muy complejo que controla y regula las reacciones y acciones del cuerpo humano. Éste está formado por células que se llaman neuronas, unidades elementales para el procesamiento y transmisión de la información del sistema nervioso, es decir, trasmiten información, se comunican unas con las otras y mandan mensajes, con la finalidad de regular y controlar las acciones, pensamientos y emociones de la persona. Para poder entender cómo funciona el cerebro, es necesario saber cómo se comunican estas neuronas entre ellas.
Las neuronas, como ya hemos comentado, son células especializadas en transportar información. Tienen tres partes importantes:
- Cuerpo de la célula: Donde está toda la información de la neurona.
- Axón: Es como un cable de la neurona, conduce una señal eléctrica y la transmite a la siguiente neurona.
- Dendritas: Están en el extremo del cuerpo de la célula y contienen receptores que son los encargados de recoger las señales transmitidas por el axón.
Las neuronas están cerca las unas de las otras, pero no llegan a tocarse entre ellas. El axón de la neurona (quien envía el mensaje) está enfocado hacia las dendritas de la otra neurona (quien recibe el mensaje).
Al final del axón, en el extremo, tenemos lo que se denomina presinapsis o terminal sináptica, que es lo que realmente establece comunicación con la neurona adyacente. Dentro de esta presinapsis hay un gran número de bolsitas redondas, llamadas vesículas sinápticas, que guardan en su interior lo que llamamos neurotransmisores. Los neurotransmisores son sustancias químicas que se encargan de transmitir señales, son los mensajeros.
¿Cómo se transmite un mensaje de una neurona a otra?
Las neuronas para comunicarse utilizan dos tipos de señales: eléctricas y químicas. Las primeras son impulsos eléctricos que se transmiten a lo largo de la membrana de la neurona y las señales químicas, producidas por dos sustancias químicas, los neurotransmisores y hormonas.
Los neurotransmisores son sustancias transmisoras, moléculas pequeñas que son enviadas por una neurona a otra, lo que provoca la sinapsis. En definitiva, los neurotransmisores controlan la conducta de las células o de los órganos. Estas sustancias son liberadas entonces por los botones terminales de una neurona y detectadas por los receptores de otra neurona, a este proceso se le llama sinapsis y el espacio entre estas dos neuronas es el espacio sináptico, es decir, el espacio donde se difunde la sustancia transmisora.
Por lo tanto los neurotransmisores se unen a los lugares correspondientes de los receptores y se inician cambios químicos en estas células. Cuando los receptores postsinápticos son activados por las moléculas de la sustancia transmisora, se abren canales iónicos, los cuales permiten que determinados iones entren o salgan de la célula, es decir excitan o inhiben la acción de la célula postsináptica, controlados por los neurotransmisores, dando lugar a potenciales postsinápticos. Seguidamente estas sustancias son eliminadas del espacio por medio de transportadores o en algunos casos se destruye al neurotransmisor a través de una enzima.
Los principales neurotransmisores son:
- Dopamina: Relacionado con el placer, las emociones y el estado de alerta, hasta el deseo sexual.
- Noradrenalina: Relacionada con la atención, el aprendizaje, la sociabilidad, la sensibilidad a las señales emocionales y al deseo sexual.
- Serotonina: Implicado en la aparición del sueño, estabilidad, humor, sociabilidad, equilibra el deseo sexual e incluso controla la temperatura corporal.
- Adrenalina: Nos permite reaccionar en las situaciones de estrés.
- GABA: Su presencia favorece la relajación.
- Acetilcolina: Regula la actividad relacionada con la atención, la memoria y el aprendizaje.
- Glutamato: Principal neurotransmisor excitatorio, implicado en las funciones cognitivas altas.
¿Cómo actúan las drogas en el cerebro?
Las drogas son sustancias químicas que se comportan de una manera similar a las recompensas naturales, como el simple hecho de comer o el sexo. Todas producen un placer sobre los mismos mecanismos, no obstante, existe una gran diferencia, ya que las recompensas naturales tienen un efecto de saciedad, es decir, cuando se satisface el deseo o la necesidad, disminuye la liberación de dopamina.
La principal estructura neurobiológica implicada en la adicción es el sistema dopaminérgico. Todas las drogas de abuso provocan un aumento del neurotransmisor de Dopamina, básicamente en el sistema de recompensa (Núcleo Accumbens), por lo tanto las sustancias interfieren en la actividad cerebral normal.
El sistema de recompensa está implicado en las respuestas de condicionamiento a estímulos específicos y naturales, produciendo recompensas bioquímicas a las respuestas de dichos estímulos. Por lo tanto una estimulación excesiva puede provocar cambios neuroadaptativos y neuroplásticos que modifican la estructura.
La dopamina establece conductas para que se formen sinapsis, es decir nuevos aprendizajes y nuevos patrones de conducta relacionados con la recompensa, así como el reconocimiento de la recompensa de los estímulos asociados al consumo. Por eso durante un consumo crónico, los estímulos ambientales relacionados con la droga, como por ejemplo una determinada música, o un determinado lugar, pueden convertirse en estímulos condicionados, que más tarde pueden provocar un deseo de consumo.
Por lo tanto, como nuestro cerebro está diseñado para que repitamos las actividades placenteras, cada vez que el circuito de recompensa se activa, el cerebro toma nota que es algo importante y que se tiene que volver a repetir sin pensar, por eso, como las drogas activan ese circuito, aprendemos a abusar de ellas.
Algunas drogas actúan como antagonistas impidiendo la liberación de las sustancias transmisoras, y otras sustancias realizan el efecto contrario, es decir, actúan como agonistas, dando lugar a la liberación de la sustancia transmisora.
A parte, hay que tener presente que una vez liberada la sustancia transmisora, ésta debe estimular los receptores postsinápticos, por lo tanto aquí las sustancias pueden actuar. Un fármaco que imita los efectos de la sustancia transmisora actúa como agonista, pero también hay fármacos que pueden actuar como antagonistas, es decir, se unen a los receptores postsinápticos pero impiden que se abran los canales iónicos.
Una vez la sustancia ha actuado, el último paso es la finalización de ésta, que como ya hemos dicho anteriormente, se realiza por el proceso de recaptación o destrucción a través de una enzima, por lo que algunas drogas lo que hacen es que se impida esta recaptación, por lo tanto aún habría una liberación del neurotransmisor en el espacio sináptico.
Este último proceso se da por ejemplo en la cocaína, ya que bloquea, inhibe, la recaptación de la dopamina, por lo tanto hay un aumento de la concentración en el espacio sináptico, la cual cosa provoca una mayor activación. También se da un aumento de la noradrenalina -estar más alerta, taquicardia- así como de la serotonina -estado de ánimo variado, disminución del sueño y apetito-.
La anfetamina incrementa los neurotransmisores de dopamina y noradrenalina (y en menor medida la serotonina), activa los receptores, se liberan y a su vez también inhibe la recaptación. Por lo tanto hay un aumento lo que provoca una mayor activación. La diferencia con el éxtasis es que en éste entraría en juego la serotonina, por lo tanto la persona tiene mejor humor, así como una mayor sociabilidad en el momento del consumo, no obstante luego se da lo que se denomina "bajón", ya que cuando los efectos de la sustancia pasan, se da el efecto contrario, un estado de ánimo depresivo.
Por último, el alcohol hace que haya un aumento de la acción del GABA en los receptores -por lo tanto se favorece a una relajación/sedación-, y a su vez interfiere en la transmisión del glutamato.
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